In the 70's, the margarita surpassed the martini as the most popular American cocktail and salsa surpassed ketchup as the most-used American condiment. Today, Mexican cuisine, in all its modified, regionalized, commercialized, and even highly processed varieties, has become as American as apple pie. Mariano Martinez, a young Texas entrepreneur, and his frozen margarita machine were at the crossroads of that revolution. The margarita was first made on the California-Mexican border, and became associated with the service of Mexican food, particularly, with one of its variants, Tex-Mex, a regional cuisine that became popular all across the United States. In 1971, Martinez adapted a soft serve ice cream machine to create the world's first frozen margarita machine for his new Dallas restaurant, Mariano's Mexican Cuisine. With their blenders hard-pressed to produce a consistent mix for the newly popular drink they made from Mariano's father's recipe, his bartenders were in rebellion. Then came inspiration in the form of a Slurpee machine at a 7-Eleven, a machine invented in Dallas in 1960 to make carbonated beverages slushy enough to drink through a straw. The soft-serve ice cream machine that Martinez adapted to serve his special drink was such a success that, according to Martinez, "it brought bars in Tex-Mex restaurants front and center. People came to Mariano's for that frozen margarita out of the machine." Never patented, many versions of the frozen margarita machine subsequently came into the market. After 34 years of blending lime juice, tequila, ice, and sugar for enthusiastic customers, the world's first frozen margarita machine was retired to the Smithsonian.
Description (Spanish)
En la década de 1970 la margarita superó al martini como el cóctel más popular de América, y la salsa aventajó al ketchup como el condimento más usado por los americanos. En la actualidad, la cocina mexicana, en toda su diversidad, regionalismos, comercialización y hasta variedades altamente procesadas, se ha vuelto tan americana como el pastel de manzanas. Mariano Martínez, un joven empresario tejano, y su máquina de margaritas heladas se hallaron en la encrucijada de tal revolución. La margarita tuvo su origen en la frontera entre México y California, y empezó a asociarse en particular con el consumo de la comida mexicana y una de sus variantes, la tex-mex, una cocina regional que se popularizó en todo Estados Unidos. En 1971, Martínez adaptó una máquina de helados para crear la primer máquina de margaritas heladas en el mundo en su nuevo restaurante de Dallas, Mariano's Mexican Cuisine. Bajo la presión de tener que producir una mezcla de calidad uniforme de esta popular bebida sustentada en la receta del padre de Mariano, los barman se hallaban sublevados. Así fue como surgió la inspiración a partir de una máquina que usaba el 7-Eleven para hacer Slurpees, inventada en Dallas en 1960 para elaborar bebidas carbonadas congeladas lo suficientemente derretidas como para beber con pajita. La máquina de helados que adaptó Martínez para servir este cóctel especial tuvo tanto éxito que, según Martínez, "trajo los bares de los restaurantes Tex-Mex a la primera plana. La gente venía a lo de Mariano para beber la margarita helada de la máquina". La máquina nunca fue patentada y surgieron en el mercado numerosas versiones de la máquina de margaritas heladas. Luego de 34 años de mezclar jugo de lima, tequila, hielo y azúcar para sus entusiastas consumidores, la primera máquina en el mundo de hacer margaritas heladas se jubiló en el Smithsonian.
About 32,000 Tejano music fans filled the seats of the Alamodome in San Antonio, Texas on March 14, 1994, to see their favorite regional musicians acknowledged at the 14th Annual Tejano Music Awards. The Queen of Tejano music, Selena Quintanilla-Pérez wore this leather jacket and satin brassiere combo during two performances that evening –singing “Donde Quiera Que Estés” with the Barrio Boyzz and fronting her band Los Dinos singing her iconic hit “Bidi Bidi Bom Bom.”
While Tejano music was (and remains) immensely popular with working-class Mexican Americans, Selena took Tejano music to the mainstream. Selena Quintanilla-Pérez and her band, Los Dinos, incorporated cumbia and pop into their sound transforming this regional genre into an international phenomenon.
Inspired by other musical divas like Janet Jackson and Madonna, Selena’s sexy outfits broke with the outdated expectations of what female performers in Tejano music should wear. She took the shiny embellishments and form-fitting silhouettes of these pop stars and made it her own with working-class sensibility and a Texan flair.
Selena’s family donated this performance costume to the Smithsonian, and it is the same one in which she is depicted at the Selena Memorial statue in Corpus Christi, Texas.
Description (Spanish)
Desde el doo-wop y el country blues, hasta la polka y el hip-hop, los compositores de música tejana se han visto forzados por la frontera a entender el valor del intercambio cultural. La cantante Selena Quintanilla-Pérez (1971-1995) interpretaba una fusión de cumbia, pop y música tejana contemporánea. La joven estrella surgió y a duras penas llegó a la fama en los mercados de Estados Unidos y Latinoamérica, pero su carrera quedó truncada a la edad de 23 años, cuando fue asesinada por una ex manager a quien había despedido por robar. Selena fue un éxito comercial de un modo jamás imaginable por sus predecesores más tradicionales como el Flaco Jiménez, Freddy Fender o Little Joe. Este traje, integrado por botas de cuero, pantalones ajustados, corsé de raso y chaqueta de motociclista, ejemplifica la idiosincrasia de un estilo que oscilaba entre la rebelde sexy y la niña buena mexicoamericana. Procedente de Lake Jackson, Texas, Selena nació en el seno de una familia de músicos. Como creció hablando inglés, debió aprender a cantar en español por fonética para grabar sus primeros álbumes dirigidos al mercado de habla hispana. Irónicamente, su material crossover para la radio en inglés no salió al aire hasta el final de su carrera, poco después de su trágica muerte. Selena, quien pasó su niñez en medio de la banda de música familiar, actuando en celebraciones de bodas, restaurantes, ferias y otros modestos escenarios a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos, vive aún consagrada en la memoria de la gente como una de las grandes estrellas de la música tejana.
Mariachis, groups comprised of vocalists, trumpeters, violinists, and various bass and guitar players, are today considered Mexico's traditional musical ensemble. Originally from the state of Jalisco, mariachi music transformed itself from a regional to a national music between the 1930s and 1950s. Its accompanying attire is the fancy charro costume for men and the china poblana dress (like the one pictured here) for women. The thriving song, music, and dance culture surrounding mariachi today is the product of pioneering work by Mexican American educators and performers in the early 1960s. Mariachi instruction programs have since grown in popularity across Mexican American communities, with student mariachi ensembles beginning to perform as early as elementary or middle school. But Mexican American musical traditions began much earlier than the mariachi movement—they include styles as diverse as the choir music of the California missions and the corridos and ballads of San Antonio's Rosita Fernández (1925 1997). This china poblana dress, made in the 1960s, belonged to Fernández who, though performing a wide repertoire of Mexican song styles, is most identified with música norteña, rather than mariachi. Her sixty-year career as a local radio, TV, and theater star garnered her the title, "San Antonio's First Lady of Song."
Description (Spanish)
Los mariachis, integrados por vocalistas, trompetistas, violinistas y varios intérpretes de bajo y guitarra, se consideran en la actualidad como el conjunto tradicional de música mexicana por excelencia. La música mariachi se originó en el estado de Jalisco, transformándose entre las décadas de 1930 y 1950, de música regional a música nacional. El atuendo que la caracteriza es el elegante traje charro para los hombres y el vestido de china poblana (como el que aquí se ilustra) para las mujeres. La floreciente cultura de hoy en día en torno al canto, música y danza de los mariachis es producto de la labor pionera de los educadores e intérpretes mexicoamericanos de principios de la década de 1960. Desde entonces, los programas de instrucción para mariachis se han vuelto populares a lo largo de las comunidades mexicoamericanas, observándose conjuntos de estudiantes que comienzan a actuar tan prematuramente como en la escuela primaria o media. Sin embargo, las tradiciones musicales mexicoamericanas ya habían echado raíces con anterioridad al movimiento mariachi—abarcaban estilos tan diversos como la música de coro de las misiones de California y los corridos y baladas de Rosita Fernández de San Antonio (1925-1997). Este vestido de china poblana, confeccionado en la década de1960, perteneció a Fernández, a quien, si bien interpreta un gran repertorio de estilos de canciones mexicanas, se la identifica con la música norteña, más que con la mariachi. Su trayectoria de sesenta años como estrella de la radio local, la televisión y el teatro le adjudicó el título de "Primera Dama de la Canción de San Antonio".
A short Handled hoe, 1936 hoe. Original owner Librado Hernandez Chavez, (father of Cesar Estrada Chavez). The hoe has a metal blade welded to a metal neck and a wooden handle. The two are attached by a slot screw. The top edge of the blade is similar to the two curves at the top of a valentine hear. Blade recently sharpened.
The short-handled hoe brings back memories of back-breaking labor for generations of Mexican and Mexican American migrant workers who sustained California's booming agricultural economy. Since the late 1800s, its expansive fields of produce have relied on a cheap, mobile, and temporary workforce. The short-handled hoe required workers to bend painfully close to the ground to weed and thin crops. The state abolished the short-handled hoe in 1975, ruling it an occupational hazard after a seven-year legal battle. During this period of political mobilization, the predicament of the migrant farm worker became emblematic of the limited opportunities and the cycle of poverty that trapped many Mexican Americans. In 1966, when Mexican and Filipino American farm workers were brought together under the banner of the United Farm Workers of America, the struggle for labor rights was understood by its supporters as part of the much larger civil rights movement. It was not just important for Mexican Americans but also other low-paid workers. The hoe pictured here belonged to Librado Hernandez Chavez, father of civil rights leader and farm worker organizer, Cesar Estrada Chavez.
Description (Spanish)
La azada de mango corto es un recordatorio de aquellas épocas en que generaciones de trabajadores migratorios mexicanos y mexicoamericanos se quebraban las espaldas en las labores que sustentaron la floreciente economía agrícola de California. Desde fines del 1800, las extensiones de campos de producción agrícola crecían respaldadas en la mano de obra barata, móvil y temporaria. La azada de mango corto exigía que los trabajadores se agacharan penosamente cerca del suelo para poder desbrozar y entresacar los cultivos. El estado abolió la azada de mango corto en 1975, decretándola como elemento de riesgo laboral luego de una batalla que se prolongó siete años. Durante esta época de movilización política, el predicamento del trabajador agrícola se convirtió en un emblema de la limitación de oportunidades y el ciclo de pobreza en el que muchos mexicoamericanos se hallaban atrapados. En 1966, cuando los trabajadores del campo, mexicoamericanos y filipinoamericanos, se unieron bajo la bandera del Sindicato de Trabajadores Agrícolas de América (UFW, por sus siglas en inglés) , la lucha por los derechos laborales fue comprendida por sus partidarios como parte del movimiento más amplio por los derechos civiles. No sólo era importante para los mexicoamericanos, sino también para otros trabajadores mal pagos. La azada que aquí se ilustra pertenecía a Librado Hernández Chávez, padre del líder de los derechos civiles y organizador de los trabajadores agrícolas, César Estrada Chávez.
Lee Trevino autograph from the collection of Ed Rowlands. Rowlands mounted the signature atop a 1968 Sports Illustrated magazine cover.
A Texas native of Mexican descent, Hall-of-Fame professional golfer Lee Trevino finished his career with 92 professional wins, including 29 PGA championships and 6 Major victories. In 1971, the affable linksman attained golf’s first “triple crown,” winning three national championships in a single season. He represented the United States in the Ryder Cup six times, serving as captain in 1985. Embracing his nickname of “Super-Mex,” Trevino ascended into one of golf’s greatest players during a period when the sport was embracing a new, diverse television audience
This aquatint, titled Market Plaza by Geoge O. "Pop" Hart, was printed about 1925, a period of peak migration for workers streaming to the United States seeking opportunity in the United States and escape from the chaos of the Mexican Revolution (1910 1921). Many of the married men settled in the United States and brought their wives and families—from 1900 to 1932, the Mexican-born population of the United States grew from 103,000 to over 1,400,000. Other Mexican workers returned to their homes in Jalisco, Guanajuato, or Michoacán, and came north periodically in search of seasonal or temporary work. Replacing recently banned workers from Asia, these men provided cheap labor for the newly irrigated cotton fields of Texas and Arizona, the copper mines of Utah, the fruit processing plants of California, and the railroads that connected all points in between. An abundance of factory jobs also increasingly attracted Mexican migrants to cities like Chicago and Milwaukee. But many of these hard-earned economic opportunities in the United States came to an end during the Great Depression of the 1930s. Mexican workers in areas like California had to compete with economic refugees from across the country. Many were targets of discrimination and anti-immigrant violence. Thousands of American citizens were among the 500,000 men, women, and children forcibly and suddenly moved to Mexico on buses and trains from Texas and California during the Great Depression. This print is one of a series of images created by American artists traveling in Mexico.
Description (Spanish)
Esta aguatinta, titulada Plaza del Mercado de Geoge O. "Pop" Hart, fue grabada alrededor de 1925, un período migratorio pico de trabajadores mexicanos a los Estados Unidos en busca de oportunidades y escapando del caos de la Revolución Mexicana (1910-1921). Muchos hombres casados se establecieron en Estados Unidos y luego llevaron sus esposas y sus familias—desde 1900 hasta 1932 la población de los Estados Unidos nacida en México aumentó de 103.000 a más de 1.400.000. Otros trabajadores mexicanos regresaban a sus hogares en Jalisco, Guanajuato o Michoacán y volvían al norte periódicamente en busca de trabajos de temporada. Estos hombres, quienes reemplazaron a los trabajadores provenientes de Asia, recientemente proscriptos, proveían mano de obra barata a los campos de algodón de Texas y Arizona, que gozaban de sistemas nuevos de irrigación, así como a las minas de cobre de Utah, las plantas procesadoras de frutas de California y los ferrocarriles que conectaban todos los puntos entre sí. También la abundancia de trabajos fabriles, convirtió en más atractivas para los mexicanos inmigrantes ciudades como Chicago y Milwaukee. Sin embargo, muchas de estas oportunidades económicas en los Estados Unidos, ganadas con el sudor de la frente, llegaron a su fin durante la Gran Depresión de los años '30. Los trabajadores mexicanos en áreas como California debían competir con refugiados económicos de todo el país. Muchos fueron objeto de discriminación y violencia contra los inmigrantes. Miles de ciudadanos americanos se contaron entre los más de 500.000 hombres, mujeres y niños que durante la Gran Depresión se vieron repentinamente forzados a mudarse a México en ómnibus y trenes desde Texas y California. Este grabado pertenece a la serie de imágenes creadas por artistas americanos que viajaban a México.
This engraving shows Hernán Cortés (1485–1547), the Spanish captain who headed the conquest of the Aztec Empire. He became a part of popular mythology the moment he arrived in Mexico around 1520. Cortés had spent time in Cuba killing and enslaving its indigenous inhabitants and administering the new social order of the Spanish colonies of the Caribbean. As his well-read memoirs attest, even his experiences in Cuba did not prepare him for the history-altering intrigues, battles, and cultural encounters between the Spanish and the Mexicans, Mayas, and their many neighbors in between. Motivated by an ancient notion of fame, Hernán Cortés wrote his own version of the conquest of Mexico that put him squarely at the center, favored by the Christian God. But neither his victories nor his pillage of the Mexican capital would have been possible without the aid of soldiers, slaves, and supplies from the enemies of the Aztecs. As a testament to Cortés's enduring fame, his portrait by the Spanish painter Antonio Carnicero was published as an engraving by Manuel Salvador y Carmona in 1791 in the book, Retratos de los españoles ilustres, con un epítome de sus vidas, (Portraits of Illustrious Spaniards, with a Synopsis of Their Lives.)
Description (Spanish)
Este grabado representa a Hernán Cortés (1485-1547), el capitán español que encabezó la conquista del Imperio Azteca. Desde que Cortés arribó a México en 1521 pasó a formar parte de la mitología popular. Había pasado algún tiempo en Cuba involucrado en la matanza y esclavización de los nativos y administrando la nueva estructura social de las colonias españolas del Caribe. Como lo atestiguan sus bien documentadas memorias, ni siquiera sus experiencias en Cuba lo prepararon para las decisivas intrigas, batallas y choques culturales entre españoles y mexicanos, mayas y otros pueblos vecinos. Motivado por el antiguo concepto de fama, Hernán Cortés escribió una versión propia de la conquista de México que lo situó manifiestamente en el centro de la historia, favorecido por el Dios cristiano. Sin embargo, ni sus victorias ni el saqueo de la capital mexicana hubieran sido posibles sin la ayuda de los soldados, esclavos y aprovisionamiento suplidos por los enemigos de los aztecas. Como testamento de la fama perdurable de Cortés, este retrato suyo del pintor español Antonio Carnicero se publicó como un grabado de Manuel Salvador y Carmona en 1791, en el libro Retratos de los Españoles Ilustres, con un Epítome de sus Vidas.
The Graphic Arts Collection of the National Museum of American History houses an extensive series of prints by archeologist and artist Jean Charlot (1898–1979), and prominent Los Angeles printer Lynton Kistler (1897–1993). Charlot, the French-born artist of this print, spent his early career during the 1920s in Mexico City. As an assistant to the socialist painter Diego Rivera, he studied muralism, a Mexican artistic movement that was revived throughout Latino communities in the United States in the 1960s and 1970s. This lithograph, titled Work and Rest contrasts the labor of an indigenous woman, grinding corn on a metate, with the slumber of her baby. Printed by Lynton Kistler in Los Angeles in 1956, it presents an image of a Mexican woman living outside the industrial age. This notion of "Old Mexico" unblemished by modernity appealed to many artists concerned in the early 20th century with the mechanization and materialism of American culture. It was also a vision that was packaged as an exotic getaway for many American tourists. It is worth contrasting the quaint appeal of an indigenous woman laboring over her tortillas with the actual industrialization of the tortilla industry. By 1956, this woman would likely have bought her tortillas in small stacks from the local tortillería, saving about six hours of processing, grinding, and cooking tortilla flour.
Description (Spanish)
La Colección de Artes Gráficas del Museo Nacional de Historia Americana alberga una extensa serie de grabados del arqueólogo y artista Jean Charlot (1898-1979), y del prominente grabador de Los Ángeles Lynton Kistler (1897-1993). Nacido en Francia, Chralot, autor original de esta ilustración, pasó los comienzos de su carrera durante la década de 1920, en la ciudad de México. Como asistente del pintor socialista Diego Rivera, estudió muralismo, un movimiento artístico mexicano que resurgió en las comunidades latinas de los Estados Unidos en las décadas de los '60 y '70. Esta litografía, titulada Trabajo y Descanso contrasta la labor de una mujer indígena moliendo maíz con un metate, con el letargo de su bebé. Impreso por Lynton Kistler en Los Ángeles en 1956, simboliza la imagen de una mujer mexicana con una vida al margen de la era industrial. Esta noción del "Viejo México" impoluto por la modernidad resultaba atractiva para los artistas de principios del siglo XX, preocupados por la mecanización y el materialismo de la cultura americana. También constituía una visión que se envasaba como un escape exótico para muchos turistas americanos. Vale la pena contrastar el pintoresco atractivo de una mujer indígena trabajando para hacer tortillas con la industrialización actual de la fabricación de tortillas. Ya hacia el año 1956 esta mujer probablemente hubiera comprado sus tortillas en pequeñas cantidades en la tortillería del barrio, ahorrándose las 6 horas de trabajo aproximadas que le hubiera llevado procesar, moler y cocinar la harina de maíz ella misma.
For centuries in both Mexico and the United States, racism has organized society and regulated the work and aspirations of Europeans, Africans, Native peoples, and their mixed descendants. Though inhabiting segregated spaces, Mexican American communities expanded by the 1960s, stretching from the Yakima Valley of Washington to the Rio Grande Valley in Texas, and into the Midwest, particularly Chicago. The people living in these towns and cities represented a mix of multigenerational U.S. citizens, new residents, and temporary Mexican workers. While their experiences varied, all these communities were shaped by a legacy of discrimination in school, housing, and employment. Economic exploitation, in the form of race-based wages and substandard working conditions, particularly in fields, mines, and factories, were their daily realities. Despite the participation of Mexican American soldiers in all major U.S. conflicts since the Civil War, and the contribution of Mexican workers to the American agricultural and mining economy (and the vast economy of the West generally), the citizenship and human rights of their communities were contested and continue to be today. This lithograph, titled Goodbye Wetback, was designed by artist B. Barrios and printed by Lynton Kistler in 1951 in Los Angeles. It depicts a rural Mexican family confronting, with a mix of fear and stoicism, the racist encounter implied in the title. Kistler printed the work of many artists, some of whom specifically depicted Latino, Native American, and East Asian subjects. Over 2,700 of his prints are housed in the Graphic Arts Collection of the National Museum of American History.
Description (Spanish)
Durante siglos la ideología del racismo ha afectado la organización de la sociedad, regulando tanto el trabajo como las aspiraciones de europeos, africanos, pueblos nativos y sus descendencias mestizas. Pese a habitar en espacios segregados, en la década de 1960 las comunidades mexicoamericanas se expandieron, extendiéndose desde el Valle de Yakima en Washington hasta el Valle del Río Grande en Texas, adentrándose en el medio oeste, particularmente en Chicago. La gente que vivía en estos pueblos y ciudades constituía una mezcla de múltiples generaciones de ciudadanos estadounidenses, nuevos residentes y trabajadores mexicanos temporarios. Aunque sus experiencias eran variadas, todas estas comunidades sufrieron los efectos de un mismo legado de discriminación escolar, habitacional y laboral. La explotación económica, traducida en salarios basados en la raza y condiciones de vida por debajo de lo normal, particularmente en los campos, las minas y las fábricas, era para ellos una realidad diaria. Pese a que los soldados mexicoamericanos participaron en todos los conflictos importantes de Estados Unidos desde la Guerra Civil, y los trabajadores mexicanos aportaron una contribución fundamental a la economía agrícola y minera americana (y en general a la vasta economía del oeste), la ciudadanía y los derechos humanos de sus comunidades han sido combatidas y aún lo son. Esta litografía titulada Adiós Espalda Mojada, fue diseñada por el artista B. Barrios y grabada por Lynton Kistler en 1951 en Los Ángeles. Representa a una familia rural mexicana, transmitiendo una mezcla de miedo y estoicismo, con el conflicto racial implicado en el título. Kistler grabó las obras de una gran variedad de artistas, algunos de los cuales representaron específicamente a latinos, americanos nativos y temas del Asia Oriental. Más de 2.700 de sus grabados están alojados en la Colección de Artes Gráficas del Museo Nacional de Historia Americana.
The French-born artist Jean Charlot spent his early career during the 1920s in Mexico City. His 1948 lithograph depicts a scene from the domestic life of a Mexican indigenous woman, a favorite theme of the artist. Household work—without the aid of most, if any, electrical appliances—was a full-time job for many working-class and poor Mexican women, north and south of the border, well into the 20th century. Food preparation was especially labor-intensive. Corn had to be processed, wood gathered, and water fetched, in the midst of child rearing and other household duties. This was the daily fare of most women, who rarely worked outside the home after marriage. Mexican American women who found work in cities like El Paso in the early 20th century were either single or widowed. Many worked as domestic servants, others in industrial laundries or textile mills. Like today, some women turned to their kitchens to earn a living, making meager profits selling prepared food on the street to Mexican American workers and Mexican migrants.
Description (Spanish)
El artista francés Jean Charlot pasó los años 1920, a comienzos de su carrera, en la ciudad de México. Esta litografía suya de 1948 representa una escena de la vida doméstica de una mujer indígena, un tema favorito del artista. Las tareas domésticas—sin la ayuda de la mayor parte de los aparatos electrodomésticos—constituían un trabajo de todo el día para muchas mujeres pobres de la clase trabajadora de México, al norte y sur de la frontera, hasta bien entrado el siglo XX. La preparación de la comida era especialmente trabajosa. Debía procesarse el maíz, juntarse leña y acarrear el agua, sumados a la crianza de los hijos y otras obligaciones domésticas. Así era la vida diaria para la mayoría de las mujeres, quienes raramente trabajaban fuera del hogar una vez casadas. A principios del siglo XX, las mujeres mexicoamericanas que trabajaban, en ciudades como El Paso, eran solteras o viudas. Muchas se empleaban en el servicio doméstico, otras en lavanderías industriales o fábricas textiles. Al igual que en la actualidad, algunas mujeres convertían su cocina en un medio para ganarse la vida, obteniendo exiguas ganancias a través de la venta de comidas preparadas en la calle para trabajadores mexicoamericanos e inmigrantes mexicanos.