
Lo bueno y lo malo de la pandemia
Cuando llego la pandemia los cambios fueron muy drásticos e inesperados. Yo trabajo para el Ministerio para los Trabajadores del Campo, y nuestra organización ofrece servicios directos, educación, y oportunidades para el desarrollo de liderazgo y abogacía. Cuando llego la pandemia tuvimos que cancelar casi todos nuestros programas y empezar un plan de respuesta. Sabíamos que la pandemia iba a afectar a la población a largo plazo, tanto en lo económico como en la salud.
Nuestro equipo trabajó muy duro durante el periodo en el que tuvimos que pensar en la respuesta que daríamos. Decidimos dar despensas gratis a la comunidad. La primera vez que lo hicimos la fila fue de 3 millas y no nos alcanzo la comida. Nuestro sistema, además, era muy lento. Tuvimos que hacer muchos ajustes hasta que por fin llegamos a un ritmo adecuado y pudimos ayudar a las familias que pedían ayuda. Dos veces al mes entregamos víveres a 200-300 familias.
También recaudamos fondos y por medio de donaciones de $10 o $30, recolectamos $50,000 dólares para ayudar a las familias con dinero, ya que muchas de ellas no calificaban para el dinero de estímulo que dio el gobierno. Luego recibimos becas de fundaciones y pudimos entregar ayuda económica a mas de 640 familias. Eso fue lo que me inspiró mucho durante esos tiempos. Ver que todos aportábamos un granito de arena para contribuir a una solución, para ayudar a los demás. Había personas que donaban todo el dinero que recibían del gobierno pensando en los que no tenían trabajo ni una red de apoyo.
Nuestros programas se siguieron desarrollando para responder a la emergencia. Empezamos a trabajar con 10 líderes de la comunidad para educar a los inmigrantes acerca de la pandemia. Nuestros servicios se volvieron virtuales. Acompañamos a muchas personas en el proceso de aprender a usar Zoom, aunque las escuelas aportaron mucho a ese proceso (pues los niños usaban Zoom para la escuela y los papás no tenían más opción que aprender con ellos).
Aprendimos a reír y compartir por medio de las cámaras del computador.
Hicimos entrenamientos de organización comunitaria, y preparación para desastres en línea. Las mujeres de la comunidad empezaron a organizar clases virtuales a donde se enseñaban a cocinar, o a hacer artesanías. Mujeres desde México y Perú dieron algunas clases. La pandemia nos hizo distanciarnos físicamente, pero por momentos también borró las fronteras. Nuestra celebracion de navidad fue "drive-through". La pandemia nos enseñó a usar nuestra imaginación.
Lo que más me ha dolido de la pandemia es saber que muchos latinos y otras personas de color son las más afectadas. En nuestros países de origen las respuestas de los gobiernos no han sido adecuadas. Yo perdí a mi tío por el COVID. De mis compañeros y conocidos muchos perdieron familiares por esta misma razón. Es difícil estando lejos porque ni siquiera puedes ir al funeral. De la comunidad ayudamos a 17 familias que perdieron a sus seres
queridos. Sus historias me sacaron lágrimas. El gobierno no ha tomado las medidas adecuadas para ayudar a las personas en sus lugares de trabajo.
Al ponerme la vacuna tuve una reacción alérgica y no me pude poner la segunda dosis. Eso me tiene muy triste pues no siento que pueda volver a la normalidad. No me siento tan protegida como los demás. Lo que más quiero es poder pasar tiempo con mi familia, ya que ninguna persona en mi familia vive aquí (a parte de mi pareja y mi perrito Maxi). Aunque siento mucho su ausencia me quedo con el consuelo de que soy parte de una comunidad resiliente y dinámica. La gente buscó opciones, aprendió nuevas herramientas, y fue solidaria durante esta crisis. Tengo la esperanza de que nos recuperaremos algún día y seremos más fuertes y resilientes que antes.